Deseo de Noah

Deseo de Noah

viernes, 23 de marzo de 2012

El deseo de Noah -Capitulo 1: El inicio de la perdición-

El deseo de Noah


Capitulo 1: El inicio de la perdición 

-''Que es lo que mas temes en este mundo? Abre tu corazón y enséñamelos, enséñame lo que te aterroriza en tu corazón y suéltalo. Yo me alimento de los miedos de la gente, esos oscuros pensamientos son mi combustible...enséñamelos, sin miedo, libera tu alma, lucha por algo que deseas y no caigas en la tentación de los miedos de tu corazón''-  

El paisaje era totalmente blanco. No había nada de color, era un blanco nieve, totalmente incoloro. Una aguda voz  sin rostro resonó en el lugar. 
-Vamos, no mientas. Tu corazón no es puro, todo el mundo guarda oscuridad- Como si de un espejo se tratase el blanco se rompió en millones de pedazos y dejó ver un profundo negro. De la oscuridad surgían millones de pares de puntos rojos, como ojos que te observan en la lejanía. 
-Ahora dime, que es lo que mas temes?- dijo la misteriosa voz. No obtuvo ninguna respuesta.-Todo el mundo le tiene  miedo a algo, dime cual es...lucha por la cosa que mas quieres en este mundo a cambio de tus miedos...- 
Todo el lugar tembló, un terremoto misterioso, quizás. La voz se fue apagando y alejándose, repitiendo una y otra vez la ultima frase que dijo. 

El despertador volvió a sonar y la chica que descansaba en la cama se cayó al suelo estrepitosamente y golpeó el odioso despertador con la frente. Gritos e insultos impregnaron la habitación, obligando a la gata que dormía cómodamente en un cojín en una esquina de la habitación a despertarse de un salto. La chica dejo de protestar y cogió las gafas de encima de su mesita para ver mejor la hora. Si no empezaba a vestirse ya llegaría tarde al instituto. 
-''Porque me tienen que pasar estas cosas a mi?''- pensaba la muchacha mientras se ponía el uniforme sin mucha atención. La gata maulló en señal de protesta.- Lulu, ahora te doy algo de comer, tranquila.- 
Bajó a la cocina, reinaba una gran paz. Sus padres ya se habían ido a trabajar y siempre se despertaba sola en casa. Encendió la tostadora y se hizo la mochila. Encontró una nota mientras revisaba la nevera :-Xaros, desayuna fuerte o te quedaras en los huesos! Te quiero, Mama.-. Xaros esbozó una media sonrisa y tiró la nota a la papelera. Cogió su tostada y le dio un trozo a Lulu. Salió de casa y se dirigió a su instituto con tranquilidad. 

El cielo era de un gris ceniza y un frio viento soplaba de cara. El largo cabello castaño de Xaros simulaba bailar entre el viento. El invierno era bastante duro y los meteorólogos solo predecían lluvias por culpa de una oleada de frio que venia de Siberia. Xaros maldecía internamente a los meteorólogos, odiaba el frio y la lluvia. Odiaba esa sensación de humedad en su piel con ropa puesta, en general, odiaba el invierno.  Llegó al instituto, entró en su clase y se sentó en su sitio. Quería unos minutos de paz. Las demás personas de la clase hablaban formando grupitos pero ella solo le apetecía relajarse antes de que empezara la clase. No era una persona antisocial, pero le gustaba tener tiempo en privado y tener intimidad. Minutos antes de que empezara la clase una chica de cabellos rojos llamada Ruby se acercó a hablar con Xaros, ya que ella era nueva desde hace unas semanas y parecía tener miedo al hablar con las chicas en grupo. 

La mañana trascurrió normal hasta la hora del bocadillo. Se subió a la terraza y se comió su bocadillo en silencio mirando con sus ojos cristalinos en oscuro cielo. Minutos después llegó Ruby. 
-Puedo quedarme aquí?- Xaros se sorprendió y asintió. La chica se puso a su lado y mordió su bocadillo.- Me daba un poco de miedo estar con las otras chicas...no paraban de preguntar y empezaba a agobiarme, aquí se esta mucho mejor...- Xaros esbozó una ligera sonrisa. Esa chica era como ella, no pensaba que sus compañeras fueran malas pero estar mucho tiempo con una persona puede agobiarte. Le puso la mano encima de la pequeña cabeza de Ruby y rió. 
-No pasa nada, tampoco muerden, pero pueden ser un poco pesadas. Venimos aquí a comer cada día?- Ruby sonrió y asintió. Sin previo aviso la tierra empezó a temblar durante unos segundos. Ruby se abrazó a Xaros y ella la cubrió. El terremoto cesó como empezó. 
-Otro terremoto? Últimamente hay muchos...nunca antes ha habido terremotos...- Dudó Xaros poniéndose de pié. Ruby estaba temblando. Decidieron ir ya para clases antes de que hubiera otro terremoto. Una criatura no mas grande que un gato, de color blanco y con una cola parecida a una nube observaba como bajaban las dos muchachas desde unos edificios cercanos con aire misterioso. 
-''Asi que es ella...''- El animal saltó y desapareció entre la lejanía de los edificios. 

Las clases transcurrieron tranquilamente, habló un poco con sus compañeras y los chicos y se despidió. Como Ruby vivía cerca suyo fueron juntas. Todo era tranquilo hasta que unos chicos de su clase las alcanzaron. Con ellos iba el chico que le gustaba desde hacia dos años. Dilan llegó nuevo a su instituto hace dos años y desde ese día lo amaba cada día mas. Le encanta su carácter, sus ojos azules como el mar y su cabello ni rubio ni castaño. Hablaba con el pero nunca le había dicho nada de sus sentimientos, no se atrevía. El miedo dominaba todos sus sentidos y las mentiras alimentaban ese miedo. Todo el mundo miente, nadie se escapa de sus garras. Pequeñas mentiras, mentiras piadosas, grandes mentiras, todas hacen daño de un modo u otro y ella las odiaba todas... 

Se despidió de Ruby y llegó a su casa, esta seguía en silencio, sus padres llegaban unas horas mas tardes. Se cambió y se puso ropa mas cómoda y se fue a su habitación.  Se quitó las gafas y se tiró encima de la cama. Todos los días igual, empezaba a cansarse de esa agobiante rutina. Siempre hacia lo mismo y no variaba nada. No tenia la suficiente fuerza de voluntad para cambiarla, el miedo le dominaba todos los músculos de su cuerpo. Sintió una brisa proviniente de la ventana, aunque antes la hubiese cerrado, se extrañó de que estuviera abierta y dirigió la mirada hacia ella. Acompañado por la luz del atardecer, una criatura no mas grande que un gato de un color blanco puro la observaba con unos ojos de un profundo rojo sangre. 
-Acaso estas cansada de hacer la misma rutina todos los dias y no atreverte por lo que realmente deseas hacer?- Xaros abrió los ojos y observó a esa extraña criatura. No lo observaba así porque pudiera hablar, sino porque habia leido sus pensamientos. 
-Quien eres?- Al principio iba a preguntar ''que era'' pero le sonaba muy impetuoso. Se levantó de la cama y se sentó en el borde de esta. 
-Soy un guardián del cielo y la tierra. Vigilo a las personas para que no les ocurra nada malo...lo que le llamáis vosotros yo seria un ángel de la guarda.- El animal seguía sin mostrar ningún sentimiento en concreto y cayó suavemente desde la ventana al suelo de la habitación.- Puedes llamarme Noah. Me gustaría pedirte algo...- Los ojos de Noah brillaron intensamente y la habitación se desmoronó y el lugar se convirtió en un páramo blanco. Un blanco incoloro, ningún otro color acompañaba ese blanco tan brillante. Noah estaba delante de Xaros, observándola en silencio. La muchacha mantenia los ojos cerrados, con miedo de ver lo que habia en su alrededor. 
-Xaros...que es lo que mas temes en este mundo, que es lo que tu corazón teme?- Xaros tembló y se abrazó a si misma. Los recuerdos de sus antiguas amigas y otras personas le venían a la cabeza. Todos mirándola con ojos expectantes y llenos de superioridad, hablando en voz baja y señalándola. 
-Mentiras.- Sentenció mientras le resbalaban lagrimas por las mejillas.- Lo que temo mas son a las mentiras, la gente que finge ser tu amiga y luego habla de ti a las espaldas, las odio a todas...- 
-Pero hay algo que deseas mucho, algo por lo que luchar para conseguir su amor, no?- 
-El amor de...Dilan...- Xaros abrió los ojos y una imagen borrosa de aquel chico que tanto amaba se le apareció, saludándola con una dulce mirada, pero antes de que la alcanzara se rompió en millones de luces. -La mayor mentira es la que guardo en mi interior, la que tanto odio.- El blanco se rompió en millones de pedazos y lo sustituyó un profundo negro. Xaros se fue resbalando lentamente hasta que hasta sentarse en el frio suelo invisible, tocando con la punta de los dedos las luces que quedaban. 
-Yo te daré el poder para conseguir lo que tu ansias- Digo Noah. -Lo único que tienes que hacer es ayudarme a vigilar el mal, a las sombras. Esos seres oscuros que son generados por oscuros sentimientos. Cuando mates mil sombras podrás pedir un deseo, da igual lo que sea, yo lo cumpliré. A cambio esa cosa a la que mas temes, las mentiras te perseguirán. Quieres aceptar el trato?- 
-…- Xaros seguía observando las motas de luces que había en el suelo y cogió un puñado con una mano y las apretó fermente.-...Quiero luchar por sus sentimientos...Si...- 

Volvieron a su habitación, como si nunca se hubieran movido de ese sitio. Xaros estaba arrodillada, abrió los ojos lentamente y se puso de pie. 
-De acuerdo, tu mayor miedo se ha cristalizado en esta gema, nunca te separes de ella, es tu fuente de poder.- Xaros observó la joya purpura que ahora rodeaba su cuello. Tenia forma de rombo y era del tamaño de la mitad de un dedo pequeño. 
-Que es lo que debo matar? Quiero que mi deseo se cumpla lo antes posible...- 
-Veo que tienes iniciativa.- Noah saltó a la ventana de nuevo. -Vayamos a buscar sombras, es la forma mas rápida de que aprendas.- 

No hay comentarios:

Publicar un comentario